El Turismo es uno de los motores económicos más importantes en España y, a la vez, uno de los sectores que más rápido evoluciona. Los cambios en las expectativas de los clientes, la digitalización de los procesos, las nuevas tendencias en sostenibilidad y la necesidad de ofrecer experiencias cada vez más personalizadas obligan al sistema educativo a estar en constante adaptación.
En este contexto, la formación en el ámbito turístico no puede limitarse a transmitir teoría y debe proporcionar experiencias prácticas que preparen a los futuros trabajadores para desenvolverse con soltura en situaciones reales.
Con esta premisa, el CIFP Número Uno de Cuenca, Centro de Excelencia en Turismo, ha liderado un proyecto innovador en el que han participado otros cuatro centros de Formación Profesional, CIFP Burlada, el CIFP Manuel Antonio, el CIFP Juníper Serra y el CIFP de Hostelería y Turismo de Asturias: el desarrollo de un simulador de Realidad Virtual especializado en Servicios Turísticos.
De la teoría a la práctica
El planteamiento inicial del proyecto fue claro: responder a la necesidad de ofrecer al alumnado herramientas prácticas que complementaran la formación teórica. La realidad del sector turístico exige profesionales capaces de interactuar con clientes, resolver imprevistos y gestionar situaciones complejas con eficacia. Sin embargo, muchas de estas habilidades no se pueden entrenar de manera plena en un aula convencional.
Aquí es donde entra en juego la Realidad Virtual. Gracias al simulador, los estudiantes tienen ahora la oportunidad de sumergirse en escenarios realistas que replican contextos propios del sector: la atención en un hotel, la gestión de una queja, la coordinación de un servicio de restauración o la planificación de actividades turísticas. Todo ello en un entorno seguro, donde el error no supone un riesgo, sino una oportunidad de aprendizaje.
Para Mª Ángeles Filoso, coordinadora del proyecto en el CIFP Número Uno de Cuenca, la clave está en el impacto que tiene en el propio alumnado: “La formación teórica es crucial, pero insuficiente en ocasiones para enfrentar al alumnado a los retos del mundo laboral”. Con el simulador, la brecha entre el aula y la realidad del mercado se acorta, y los estudiantes ganan confianza, motivación y seguridad antes de incorporarse al mundo profesional.
Un trabajo colaborativo entre docentes y tecnólogos
El resultado del proyecto no habría sido posible sin la implicación activa del profesorado de los cinco centros participantes. Los docentes aportaron su conocimiento del sector y de la pedagogía para diseñar los diferentes casos de uso, asegurándose de que el simulador no fuera solo una innovación tecnológica, sino también una herramienta útil y alineada con los objetivos educativos.
Los equipos docentes tuvieron que asumir un papel multidisciplinar, conectando la experiencia real del turismo con las posibilidades que ofrece la tecnología. En este sentido, Saida María Gelpi, también coordinadora del proyecto, lo resume así: “Se necesita un entendimiento profundo del sector que les permita diseñar escenarios formativos realistas y prácticos, conectando directamente la educación con las demandas profesionales. Simultáneamente, se requieren competencias digitales sólidas para interactuar eficazmente con plataformas tecnológicas, comprender su funcionamiento y proponer mejoras continuas”.
El impacto en el aprendizaje del alumnado
El simulador ha supuesto un antes y un después en la manera en que los estudiantes de estos centros afrontan su aprendizaje. Una de las principales ventajas es la posibilidad de entrenar en un entorno seguro, donde los errores no tienen consecuencias negativas y se convierten en valiosas lecciones. Esta seguridad, combinada con la inmersión de la Realidad Virtual, aumenta la confianza del alumnado y mejora la retención de conocimientos.
Otro aspecto fundamental es la motivación. Los estudiantes no se limitan a recibir información pasivamente, sino que interactúan con entornos dinámicos que requieren de su participación activa. Esta metodología fomenta un aprendizaje más atractivo, que genera mayor compromiso y participación. Además, al trabajar con contextos realistas, los alumnos desarrollan competencias transversales como la toma de decisiones, la gestión del estrés o la comunicación efectiva con clientes.
Este proyecto es un ejemplo inspirador de cómo la Formación Profesional puede reinventarse y adaptarse a las necesidades de un mercado laboral cambiante. La combinación de experiencia docente, innovación tecnológica y colaboración entre centros ha permitido crear una herramienta con un enorme potencial para la transformación educativa.


